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¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una emoción normal que todos las personas hemos experimentado, forma parte de mecanismos básicos de supervivencia y es una respuesta a situaciones del medio que nos resultan sorpresivas, nuevas o amenazantes.

La ansiedad incita a actuar, a enfrentarse a una situación amenazadora o nos prepara para escapar. Es decir, se trata de una emoción encaminada a la adaptación y la preservación, nos ayuda a enfrentarnos a situaciones estresantes para tener el mejor desempeño.

La edad pediátrica es una etapa de la vida en la que también se presentan trastornos de ansiedad, y si estos son detectados y tratados a tiempo se puede disminuir el riesgo de su persistencia en la edad adulta. Es de suma importancia puntualizar que dichos trastornos no son producto de la voluntad y no son “irreales”.

Se define como una ansiedad y preocupación excesivas, difíciles de controlar, claramente desproporcionadas con las posibles consecuencias que puedan derivarse de la situación o acontecimiento temidos.

Además están asociadas a síntomas somáticos variados como sudoración de manos, temblor, tensión muscular, irritabilidad, alteraciones del sueño, cefalea y sensación de inquietud, y muchas veces pueden ser estos síntomas los más prominentes en los niños y los adolescentes.

  • El TAG es una patología común y con gran frecuencia se encuentra en comorbilidad con otros trastornos mentales que pueden o no ser del espectro de los trastornos de ansiedad, como la fobia social, la fobia específica, el trastorno de angustia o del espectro depresivo.
  • La proporción mujer-hombre en adultos de población general es de 2:1; sin embargo, esto cambia cuando hablamos de población clínica, donde se iguala la proporción 1:1.  Debe mencionarse que los niños se afectan más que las niñas en la población pediátrica.
  • Los niños que presentan el trastorno pueden mostrarse abiertamente conformistas, perfeccionistas, inseguros de sí mismos e inclinados a repetir sus trabajos por una excesiva insatisfacción, sienten que los resultados no son perfectos.

Los dos tratamientos más efectivos son la terapia cognitivo conductual (TCC) y las intervenciones farmacológicas. Con el tratamiento, las personas mejoran de manera muy importante. En general se trata de aprender nuevas habilidades ante situaciones angustiantes.

Está caracterizado por una ansiedad excesiva cuando no están con las principales personas a quienes están apegados, como los padres, los cuidadores o la pareja cuando es el caso, llegando a ser incapaces de quedarse solos, ir a la escuela o a algún otro lugar sin compañía. Estos chicos buscan estar siempre cerca de sus padres o cuidadores por miedo a la separación, pues temen que ocurra algo catastrófico como la muerte, un secuestro o un accidente grave, temas de los cuales frecuentemente presentan pesadillas.

Aunque en el desarrollo normal estas características pueden aparecer, inician alrededor de los 7 meses de edad, alcanzan su mayor intensidad después del primer año de vida y van disminuyendo alrededor de los 2 años y medio de edad.

Cuando ocurre después de esta etapa se considera anormal.

Síntomas más frecuentes:

1. Malestar excesivo recurrente cuando ocurre o se anticipa una separación respecto del hogar o de las principales figuras vinculadas.

2. Preocupación excesiva y persistente por la posible pérdida de las principales figuras vinculadas o a que éstas sufran un posible daño.

3. Preocupación excesiva y persistente por la posibilidad de que un acontecimiento adverso de lugar a la separación de una figura vinculada importante (por ejemplo, extraviarse o ser secuestrado).

4. Resistencia o negativa persistente a ir a la escuela o a cualquier otro sitio por miedo a la separación.

5. Resistencia o miedo persistente o excesivo a estar en casa solo o sin las principales figuras vinculadas, o sin adultos significativos en otros lugares, negativa o resistencia persistente a dormir sin tener cerca una figura vinculada importante o a dormir fuera de casa.

6. Pesadillas repetidas con temática de separación.

7. Quejas repetidas de síntomas físicos (como cefaleas, dolores abdominales, náuseas o vómitos) cuando ocurre o se anticipa la separación respecto de figuras importantes de vinculación

Los padres sobreprotectores, que amparan excesivamente al chico de las adversidades de la vida, tienden a afianzar la creencia de que todo afuera de casa es riesgoso y que conviene evitar salir del círculo familiar. Aunque actúe con la mejor de las intenciones, el sobreprotector impide al niño o adolescente aprender a manejar adversidades y asumir algún riesgo como parte de su vida. Se ha identificado que las familias que presentan este problema tienden a ser muy consentidoras y sobreprotectoras que transmiten un temor exagerado. Algunos padres transmiten a sus hijos sus propios miedos ante los peligros, y en este caso son los padres quienes no permiten al chico que se separe.

FOBIA SOCIAL

La fobia social, o trastorno de ansiedad social, se caracteriza por un miedo intenso, persistente y excesivo en respuesta a una o más situaciones sociales o actuaciones delante de otros en las cuales la persona se ve expuesta a gente desconocida o a la posible evaluación  por parte de los demás.

Niños - Adolescentes

Más de la mitad de los niños y adolescentes fóbicos sociales presentan una historia de algún otro trastorno de ansiedad, especialmente, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de ansiedad por separación y fobias específicas. Muchos niños y adolescentes con fobia social presentan también ansiedad ante los exámenes y viceversa (Sandín, 1997).

SITUACIONES TEMIDAS

Las situaciones típicas temidas pueden clasificarse de la siguiente manera:

  • Intervención pública: hablar/actuar en público, presentar un informe ante un grupo, intervenir en grupos pequeños formales.
  • Interacción informal: iniciar, mantener y terminar conversaciones (especialmente con desconocidos), unirse a una conversación o actividad ya en marcha, hablar de temas personales, hacer cumplidos, expresar amor, relacionarse con el sexo opuesto o preferido, concertar citas o acudir a las mismas, establecer relaciones íntimas, asistir a fiestas, conocer gente nueva, llamar a alguien por teléfono, recibir críticas.
  • Interacción asertiva: solicitar a otros que cambien su comportamiento molesto, hacer una reclamación, devolver un producto, hacer o rechazar peticiones, expresar desacuerdo/ crítica/disgusto, mantener las propias opiniones, interactuar con figuras de autoridad.
  • Ser observado: comer/beber/escribir/trabajar/telefonear delante de otros, asistir a clases de gimnasia o danza, usar los servicios públicos (cuando hay otras personas cerca o hay alguien esperando fuera o se piensa que alguien puede acudir), entrar en un sitio donde ya hay gente sentada (p.ej., aulas o transportes públicos), ser el centro de atención (p.ej., en una fiesta de cumpleaños).

La edad media de inicio suele ser los 15 años. En un estudio con más de 40.000 americanos Grant et al. (2005) hallaron una edad media de comienzo de 15,1 y una mediana de 12,5. Hubo dos modas: 5 años o menos (aquellos que dijeron tener el trastorno desde que podían recordar) y 13 a 15 años. Un comienzo a partir de los 23 años es raro. Es muy común la existencia de antecedentes de timidez o inhibición social y muchos pacientes informan haber tenido el trastorno toda su vida.

La fobia social se distribuye igualmente entre ambos sexos en muestras clínicas, pero en la población general, varios estudios han hallado una mayor frecuencia de mujeres entre los fóbicos sociales (del 58% al 72%, mujeres; en general, 3 mujeres por cada 2 hombres) (Caballo, Andrés y Bas, 1997; Grant et al., 2005). Algo similar ocurre con los niños y adolescentes, donde cerca del 70% de los fóbicos sociales en la población general son de sexo femenino (Sandín, 1997).